domingo, 19 de enero de 2014

Sentimiento perenne.

Cada vez soy más mayor. Conozco a más gente, desconozco a otras. Pero lo cierto es que hay otras, que llegaron un día y aún permanecen conmigo. No hace falta verlas todos los días, pues la distancia la hacen las personas y no los kilómetros. Tampoco es necesario decirle que las quieres diariamente ni estar todo el rato pensando en ellas para demostrar que realmente importan. Lo esencial es la constancia y la energía para llevar adelante esas relaciones que a veces crees haber perdido, sin saber que una verdadera amistad nunca se va, permanece incluso cuando no la vemos. Lo mágico de las relaciones es conocer a aquellas personas tan a fondo que con un simple 'hola' o una mirada, incluso un gesto, ya sepas lo que esa persona está pensando. Es cierto que nunca se termina de conocer a alguien, porque las personas cambiamos diariamente y estoy segura que eso es lo que mantiene viva la relación, esa intriga por saber cómo te impresionará esa persona la próxima vez, pero sí puedes llegar a conozcerlas como a ti mismo (que tampoco nos conocemos del todo). 
Otra cosa buena de las relaciones es la rareza de los encuentros. Yo me he encontrado con personas que jamás pensé que fueran a ser tanto para mí, y ahora cuando me paro a pensar digo: ¿ qué haría yo ahora sin ella ?  Porque te aportan tanto, que por muy difícil que parezca mantener una relacion viva, siempre quedan ahí esos momentos juntos que te hacen volver a luchar por esa relación que por un momento perdió su sentido. Todos los días antes de dormir, me pongo música y me pongo a pensar en todas esas personas que me rodean, y me siento la persona más afortunada del mundo porque tengo a aunténticos ídolos a mi lado. No me hace falta mucho de una persona para quererla, pero para admirarla necesito mil y una razones, y os aseguro que tengo a muchisimas personas a las que admiro. Para mí, las personas a las que hay que admirar deben ser las que SIEMPRE INTENTAN estar ahí apoyándote y creyendo en ti, queriéndote todo lo que se puede querer a alguien, sonriéndote hasta cuando las cosas se ponen feas, mostrándote su  afecto continuamente, cogiéndote la mano y guiándote por el camino bueno, haciendo lo que sea para que seas feliz. Esas personas son las que merecen la pena y las que nunca hay que perder, porque son las que hacen la vida más bonita. Tengo muchas personas de esas en mi vida, pero en concreto hay una que, de la manera más sorprendente, conocí y aún sigue ahí cada día, cruzándomela por los pasillos del instituto. Es raro que un profesor te marque tanto, pues un profesor te aporta conocimientos matemáticos, históricos, filosóficos...él no. Él me explicaba los Reyes Católicos, tocaba el timbre, venía y empezábamos a hablar de cualquier cosa, porque siempre estaba dispuesto a escucharme y a compartir opiniones. Bastaba que yo tuviera un problemilla para que él estuviera ahí con sus sabios consejos. Era raro el dia que no iba a su departamento a preguntarle cualquier cosa y él estar siempre dispuesto a todo. Hace dos años que no me da clase, y la relación sigue siendo la misma. Sigue queriéndome y sigo queriéndolo como siempre y él lo sabe, siempre ha sido un ídolo.
Este es un solo ejemplo de cómo pueden permanecer esas relaciones que te hacen sentir viva, sólo hace falta querer. Si se quiere, se puede, y no importa el lugar ni el día, ni las circunstancias. El amor va antes que todo lo demás.